Las células sanguíneas se forman
de manera constante mediante un proceso llamado hematopoyesis (también denominado
hemopoyesis). Las células madre hematopoyéticas se originan en el saco vitelino
del embrión humano, y después migran en secuencia hacia regiones alrededor de
la aorta, hacia la placenta, y a continuación hacia el hígado del feto. El
hígado es el principal órgano hematopoyético del feto, pero entonces las
células madre migran hacia la médula ósea, y el hígado deja de ser una fuente
de producción de células sanguíneas poco después del nacimiento. El término
eritropoyesis se refiere a la formación de eritrocitos, y leucopoyesis, a la
formación de leucocitos; estos procesos ocurren en dos clases de tejidos
después del nacimiento, mieloide y linfoide.
La eritropoyesis es un proceso en
extremo activo. Se estima que cada segundo se producen alrededor de 2.5 millones
de eritrocitos para reemplazar los que se destruyen de manera continua en el
bazo y el hígado. Un eritrocito vive alrededor de 120 días. La producción de
eritrocitos es estimulada por la hormona eritropoyetina, secretada por los
riñones.
La eritropoyetina actúa al unirse
a receptores de membrana sobre células que se convertirán en eritroblastos
(figura 13-4). Las células estimuladas por eritropoyetina pasan por división y
diferenciación celulares, lo que lleva a la producción de eritroblastos, los que
se transforman en normoblastos, que pierden su núcleo para convertirse en
reticulocitos. A continuación, los reticulocitos cambian hacia eritrocitos por
completo maduros.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario